El fantasma de un nuevo “período especial” pende sobre los cubanos en la isla cual Espada de Damocles. No es que las secuelas del anterior hayan desaparecido. Ciertamente no para todos. Algunos lograron prosperar aunque la pobreza creció más que la riqueza en estos años de cuentapropismo.

El inviable modelo estalinista de economía centralmente planificada muestra su agotamiento definitivo,  aguijoneado por la falta de subsidios y el descenso de casi todos los indicadores económicos.

Todo indica que la economía se acerca a una profunda crisis que puede ser terminal si no se hacen  grandes cambios, que forzosamente pasan por la liberación de las fuerzas productivas. Pero eso no parece probable  mientras Raúl Castro y su elite de poder constituyan la cúpula dirigente del país.

Los estudiosos de la realidad cubana perciben el colapso en cámara lenta de la economía cubana de no desmantelarse el sistema estalinista.  Con tal modelo vigente no habrá vías para la recuperación económica.  Al menos cinco factores lo impiden:

1.-La devastación en Venezuela;  2.- No hay a la vista ningún nuevo mecenas dispuesto a mantener al castrismo. 3.- El fin del “deshielo” Washington-La Habana, 4.-  El rechazo del dictador a que haya libre empresa,  ni siquiera a la manera china o vietnamita, y 5.- La ausencia de un sector privado  afecta incluso a la industria turística.

Los tiempos de regalar dinero se acabaron. No hay en el orbe ningún gobierno dispuesto a mantener a los ineptos dictadores de La Habana.  Parasitario de nacimiento –incapaz de sustentarse a sí mismo–, el castrismo solo sobrevive a base de subsidios, y también de las remesas, paquetes y viajes de los cubanos a Cuba. Todo regalado. Pero el dinero procedente de los “excluidos apátridas” del exilio –unos $7,000— no podría compensar por sí solo la ausencia de subsidios, y menos si se combina con un declive de la industria turística. Es un coctel letal. Su otro único recurso es poder sostener el tráfico de esclavos de bata blanca, servicios médicos que vende a precio de oro y cuyos profesionales compensa peor que a un colector de basura de los países a los que son enviados.

La URSS  le obsequió a Cuba unos $115,000 millones en 30 años, luego Venezuela algo más de $150,000 millones, pero ahora, vapuleada por la peor crisis en su historia, Caracas entrega cada vez menos “cash” y petróleo a la autocracia castrista.

No solo eso, la producción petrolera de Venezuela se está desmoronando a ritmo asombroso. Según un reporte de expertos publicados en Infobae el 16 de agosto, el retroceso en junio fue de 47,000 barriles diarios menos y la producción cayó a 1.3 millones de barriles diarios. Para fines del primer semestre de 2019  Venezuela prácticamente ya no podrá exportar más petróleo, el producto que genera el 97% de las divisas de la nación.

En tanto, Rusia, con un PIB per cápita que apenas superó los $9,000 en 2017  según el Banco Mundial, es un país relativamente pobre. Su economía tiene el tamaño de la España, pero con el triple de población. El PIB per cápita de otros países ex comunistas duplica al de los rusos. En la República Checa, $20,368;  Eslovenia, $23,597. Y ni hablar de Holanda ($48,223), o Dinamarca ($56,307, etc.)

 China es la segunda mayor economía mundial en tamaño pero tiene 1,379 millones de habitantes. Tocan a muy poco, su PIB per cápita en 2017 fue de $8,830;  Uruguay y Chile casi lo duplicaron. Además, Pekín solo invierte para obtener ganancias y presta dinero únicamente para cobrar intereses.

El régimen en vez de aflojar la mano, la aprieta más

Estas son las cosas que provocan pesadillas a los cubanos a pie que ven el fantasma de un nuevo período especial al doblar de la esquina. Si eso llegase a ocurrir, por segunda vez,  los Castro serán los culpables. La “revolución” destruyó la economía que antes de 1959 hizo de Cuba uno de los países con mayor nivel de vida en Latinoamérica, a la par con Italia y por encima de España. Ahora, con el barco haciendo aguas Raúl Castro se niega a liberar las fuerzas productivas que su hermano amarró y amordazó gradualmente desde 1960.

Claro,  él,  su familia,  y toda la “nomenklatura” viven como ricos en un archipiélago de pobreza, con la diferencia de que no produjeron las riquezas que disfrutan.

El proyecto de nueva ¿Constitución? dice reconocer el papel del mercado y de la propiedad privada, pero la Gaceta Oficial anuncia cada mes nuevas trabas contra el mercado y  la propiedad privada.

Desde diciembre  las actividades por cuenta propia se reducirán de las actuales 201 a 123.  Ningún cuentapropista podrá operar más de un negocio. Los impuestos serán exorbitantes, incluso para los campesinos, aunque fueron ellos solos, según la ANAP, los que produjeron en 2017 el 70% de la leche, el 85% de la carne de cerdo y el 68% de las viandas del país. También cosecharon el 92% del tabaco.

Pero en vez de ser recompensados y estimulados, los campesinos ahora serán castigados. Pagarán hasta un 45% en impuestos, pese a que el Estado les paga una miseria por sus cosechas.

La industria turística, única en pie,  también peligra

Lo que más acerca otro “período especial’ es que hasta la industria turística parece haber tocado techo y podría declinar. En el primer semestre de 2018 el flujo de visitantes cayó  en un 6.5% con respecto a igual período de 2017, según cifras oficiales. A la isla viajaron 152,354 turistas menos en esos seis meses.

Un optimista vocero, José Luis Perelló, declaró que de todas maneras se llegará a los 5 millones de visitantes. Y Michel Bernal, otro funcionario,  dijo que se llegará a la meta porque el país dispone “de un producto turístico competitivo en comparación con la región caribeña”.

Falso. No hay tal optimismo, y la oferta turística cubana es muy inferior a la de los restantes países del Caribe. La caída de visitantes resultó alarmante porque se produjo en la temporada alta,  la de mayor flujo de vacacionistas que van de Europa y América del Norte al Caribe huyendo del frío. En junio comenzó la temporada baja y será difícil recuperar el “faltante” de turistas citado salvo falsificando las estadísticas.

El descenso no solo vino desde EE.UU (-23%), como enseguida manipuló “Granma”,  sino de los grandes emisores de turistas.  El desplome desde Italia fue de -21%, Alemania, -15.5%, Gran Bretaña -9% -21%. En el caso de Canadá, el mayor emisor de turistas a Cuba, el descenso fue de -8%.

Como contraste, la Organización Mundial de Turismo (OMT) informó que solo en el primer trimestre de 2018 el turismo internacional creció un 8% en el Caribe. O sea, el descenso fue exclusivo de Cuba, no afectó a sus competidores.

El turista no tiene en qué gastar dinero

El MINTUR  el 9 de agosto anunció que el país llegó a los tres millones de visitantes, y reiteró “la confianza y el reconocimiento alcanzado por el turismo cubano como un destino de paz, salud y seguridad”.

Falso otra vez. La mayoría de los turistas que van a Cuba no repiten. Se van disgustados por el deficiente servicio recibido, comparado con otros destinos en la región. Muchos se quejan de la pésima infraestructura, la mala calidad de los servicios, problemas de transporte terrestre,  aéreo, y hasta de falta de agua caliente en los hoteles.

La estrategia de Castro y Díaz-Canel de priorizar  el número de visitantes y llenar los hoteles es inútil si no va acompañada del primer objetivo en toda industria turística: que el visitante gaste la mayor cantidad de dinero posible.

Lo que más conspira contra el desarrollo turístico en Cuba es que los visitantes gastan muy poco porque no tienen en qué gastar su dinero. No hay libre empresa y encima se restringe más la minúscula libertad económica individual.  Tan poca oferta turística hay en la isla que en  2017 el gasto per cápita fue de  $577, según la Oficina Nacional de Estadísticas e Información (ONEI). Uno de los más bajos del mundo. El promedio internacional fue de $1,250  dólares per cápita,  reportado por la OMT.

En República Dominicana un turista gasta el doble

En República Dominicana el  gasto de cada uno de los 5.9 millones de turistas recibidos allí en 2017  fue  de $1,147 dólares, según el Banco Central dominicano. Si un turista en lugar de viajar a Cuba elige  a Dominicana  gasta allí el doble de dinero, pese a que se trata de un país mucho más pequeño. En 1958 solo La Habana  recibía ocho veces más turistas que toda Dominicana.

Lo peor es que el gasto por visitante baja cada año. En 2013 fue de $633, o sea, en 2017 los turistas en Cuba gastaron $56 menos que cuatro años atrás. Si  gastasen el promedio dominicano de $1,147 por turista, Cuba con solo 4 millones de turistas habría recibido el año pasado $4,588 millones, el doble de ingresos. Y con 5 millones de turistas, gastando el promedio mundial por visitante, habría obtenido $6,250 millones, el triple de ingresos.

Salen del país 65 centavos de cada dólar

Pero hay más, de esos $577 por turista regresan al  extranjero entre $346 y $375, porque Cuba produce tan poco que tiene que importar entre el 60% y el 65% de lo que necesita el sector turístico para funcionar. De cada dólar recibido regresan al extranjero  hasta 65 centavos. Como el país fue “liberado” de la burguesía hoy tiene que importar hasta frutas frescas para poder abastecer los hoteles  La  isla produce hoy menos alimentos  que en 1958. Parece un cuento de ciencia ficción.

Con el ingreso neto ($202-$231) por turista que queda en el país tendrían que llegar 15 millones de vacacionistas para obtener entre $3,030 y $3,465 millones de dólares netos.  Es inútil, y muy poco rentable, querer llenar los hoteles si se mantiene el sistema estatista centralizado y militarizado que impide elevar el gasto por turista,  y reducir el  65% del componente importado en los costos.

No es posible desarrollar el turismo, ni en Cuba ni en ninguna parte,  sin un pujante sector privado.  En el mundo entero los servicios al turismo son privados, no estatales. En fin, sin un sector privado fuerte y próspero la industria turística no solo no va a seguir creciendo, sino que va a declinar. Y es la única que le queda a Cuba.

Se extingue el atractivo del bajo costo

Algo grave es que por el alto  porcentaje de insumos y de todo comprados en el extranjero hace subir los precios vacacionales en la isla debido a la inflación en el mercado internacional.  El Estado  le pasa la inflación importada a los precios de hospedaje, restaurantes y otros servicios y  la oferta turística cubana va perdiendo el “gancho” de turismo barato, que era su buque insignia. En cambio, en las demás  naciones  caribeñas los precios no suben a igual ritmo que en Cuba porque importan menos, ya que producen más para el turismo.

Por último,  hay un cuarto factor que,  aunque positivo para el país, la cúpula castrista lo ve como una amenaza y le hace la guerra. Muchos turistas prefieren hospedarse en casas privadas en vez de hoteles. Hay unas 21,000 casas que los hospedan. Ellos así ahorran dinero, conocen mejor la comida y la cultura cubanas, van a los “paladares”  y se acercan más al cubano de a pie.

Pero en agosto de 2017 el régimen suprimió la entrega de nuevas licencias para el hospedaje de turistas en casas particulares, y para  servicios gastronómicos en cafeterías y restaurantes privados. Luego prohibió que quienes rentan habitaciones o casas a turistas ofrezcan desayunos y comidas a sus clientes. El huésped ahora tiene que ir a comer fuera.  Los militares no quieren competencia para  sus hoteles y restaurantes, casi todos los del país.

Sin libertad económica, no hay economía que valga

El turismo es la principal actividad económica de muchos países, incluso desarrollados. Crea empleos, incrementa el PIB, el comercio minorista, mejora la infraestructura vial y hotelera, etc. Por ejemplo, en México, 9  millones de personas trabajan directa o indirectamente en el turismo.

Sin castrismo, con un sector privado normal, Cuba podría estar recibiendo no menos de 15 millones de turistas, principalmente desde EE.UU, a solo 40 minutos en avión, y porque la economía cubana estaría muy ligada comercial y financieramente a su vecino norteño. Además, ir a La Habana siempre estuvo de moda en ese país y así lo reflejaba Hollywood.

Si cada hipotético turista gastase $1,250, Cuba obtendría  $18,750  millones de dólares, o tal vez hasta $25,000 millones. La dictadura jamás ha visto tanto dinero junto. Y ese sería solo el ingreso por turismo.

En cuanto a las presiones de Washington para que sus ciudadanos no viajen a la isla, es necesario verle la otra cara, la que esconde el régimen: si en Cuba hubiese democracia, un Estado de derecho, y libertad económica,  no habría presiones,  ni embargo, y sí millones de turistas estadounidenses gastando a manos llenas en las playas y ciudades cubanas.

Al final, la moraleja aquí es triple:

  • Ninguna industria en un país bajo una crisis económica puede escapar de ella.
  • Si no se liberan las fuerzas productivas y se abre espacio a un pujante sector privado, el desarrollo turístico en Cuba no podrá ir mucho más allá de lo logrado hasta ahora, y más temprano que tarde retrocederá.
  • Un estancamiento o retroceso en los ingresos por el turismo pueden ser el puntillazo a la crisis actual puede acercar la población a un nuevo “período especial” del que nunca había llegado del todo a escapar.

Roberto Alvarez Quiñones

(15 de agosto de 2018)

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