Mientras en La Habana continuaba el hermetismo irracional, típicamente totalitario, de la dictadura sobre las causas específicas que causaron la tragedia aérea del 18 de mayo, y al tiempo que las intensas lluvias de la tormenta Alberto arrasaban viviendas y anegaban miles de hectáreas de cultivos, el nuevo “Presidente” decidió dejar el desastre atrás para irse con su esposa a felicitar y darle su apoyo al dictador Nicolás Maduro.
Y este último, burlándose de su propio pueblo, hambriento y sin medicamentos, envió a la isla miles de latas de atún, colchones y otros enseres para los damnificados por la tormenta Alberto, lo cual desató una ola de condenas de los venezolanos a Maduro.
Por su parte, el presidente del país que interviene masivamente en Venezuela, acusó a Washington por sus “intentos” de intervenir en Venezuela. En ese mismo momento aterrizaba en Cuba un avión con 100 militares venezolanos para recibir entrenamiento sobre cómo reprimir a sus compatriotas y cómo evitar una sublevación militar contra Maduro que viene arrestando cientos de oficiales mientras miles de alistados desertan de las fuerzas armadas.
El silencio del gobierno cubano, propietario de Cubana de Aviación y por tanto responsable ante todas las familias de los fallecidos de que el avión se estrellara por su pésimo estado técnico, se convirtió en afrenta pública cuando el dictador salió de su escondite el 31 de mayo y fue al aeropuerto José Martí a recibir a Díaz-Canel y su esposa a su regreso de Caracas.
Raul Castró mostró así, con mayor nitidez que nunca, su desprecio por los cubanos, pues no tuvo reparos en que se supiera que su silencio sobre la tragedia aérea y los destrozos de las inundaciones nada tenía que ver con impedimentos de salud, sino con su cobardía e incapacidad para afrontar situaciones difíciles.
En tanto, se caen aviones y a otros se les caen los techos de sus viviendas encima de sus familias. Según las primeras evaluaciones las lluvias derrumbaron parcial o totalmente más de 1,000 viviendas. Solo en La Habana se cayeron 100 viviendas que estaban en mal estado. Todo eso se suma al inventario de miles de viviendas destruidas por Irma en 2017, aún sin solución.
Por si lo anterior fuese poco, las inundaciones causadas por Alberto ha arrasado cultivo empeorando así la ya la muy seria crisis alimentaria, social y económica en un momento en que el país no dispone de divisas para importar – como hace cada año- el 80% del consumo nacional de alimentos.
En medio de esta tragedia nacional a los jerarcas del PCC en Guantánamo se les ocurre jactarse de que allí han solucionado “creativamente” los destrozos del ultimo Huracan Irma con la construcción de viviendas con tablas de palma real. Esas casas se construían en los campos cubanos premodernos. La expectativa en 1959 era que el proceso revolucionario las sustituyese por casas seguras y confortables. Las ahora levantadas han quedado “listas” solo para ser arrasadas por el próximo huracán que azote esa región de la isla.
Las grandes inundaciones destruyeron puentes, carreteras, interrumpieron la transportación de carga y de pasajeros, inundaron miles de hectáreas de cultivos con el consecuente agravamiento de la crisis alimentaria, y le dieron el puntillazo a la zafra azucarera.
Si antes de Alberto ya la producción de azúcar iba a ser la más baja desde principios del siglo XX, ahora todo indica que en 2018 la zafra será la peor de la historia de Cuba luego de su independencia.
Durante el siglo XIX, a pesar de la Guerra de Independencia de los Diez Años, la producción azucarera creció notablemente en Cuba, aumentando casi cinco veces desde 1850 (223,145 toneladas largas españolas) hasta 1894 (1,054,214 toneladas).
Los expertos calculan que en el 2018 de este siglo XXI se producirán apenas 1.1 millones de toneladas, casi exactamente el mismo tonelaje de1894, un año antes de que Martí y Gómez desembarcaran en Playita de Cajobabo.
Casas de tablas de palma real, una isla sin servicio aéreo nacional donde solo el 5% de las viviendas tienen servicio de agua las 24 horas, una zafra equivalente al año previo de nuestra segunda guerra de independencia. Muy apropiados “logros de la revolución de 1959” para recordar en la ya cercana conmemoración de los 60 años de implantación del poder comunista en Cuba.
Como antípodas de la Sociedad Económica de Amigos del Pais del siglo XIX, la elite de poder cubana del siglo XXI se ha constituido en una asociación mafiosa de enemigos del país que ha declarado la guerra al bienestar popular y el progreso nacional.