Un pilar esencial para la credibilidad y sostenimiento del régimen totalitario cubano ha sido la promoción de falsas narrativas para consumo nacional e internacional. Pero hay crecientes evidencias de que ya no encuentran consumidores al interior del país. Es un hecho importante porque la merma de la eficacia de esas narrativas está asociada al declive de la capacidad para manejar la gobernabilidad interna y contar con legitimidad en el exterior.
Durante seis décadas uno de los mensajes de propaganda más exitoso ha sido culpar al embargo estadounidense por las vicisitudes de la vida cotidiana y los fracasos económicos. La técnica de manipulación ha consistido en ubicar la responsabilidad por la incapacidad del sistema en generar riquezas, y las penurias que ello ocasiona a la población, en un factor externo y supuestamente ajeno al control del gobierno cubano: el “bloqueo” de EEUU.
Sin embargo, un sondeo de opinión realizado por el Observatorio Cubano de Conflictos en el último trimestre del 2020, con 1,043 respuestas de todas las provincias del país, muestra que ese argumento ha perdido eficacia con la población cubana. De los encuestados, 46% fueron mujeres, y las edades de los participantes oscilaron entre 15 y 70 años.
Ante el caso ficticio de un supuesto cubano canadiense dispuesto a regresar a Cuba e invertir sus ahorros en la producción agropecuaria, el 92% de los participantes respondió que el bloqueo interno –no el externo– se lo impediría y llevaría a la ruina.
Solo 31 participantes (3%) consideró que el bloqueo externo (embargo de EEUU) impediría la inversión. Otros 52 participantes (5%) estimó que el ficticio inversionista cubano canadiense encontraría trabas en las regulaciones de ambos “bloqueos”. Pero 960 respuestas señalaron exclusivamente al bloqueo interno –el entramado de regulaciones, inseguridades jurídicas e impuestos abusivos– como el único culpable de las trabas a la inversión. Incluso, un 89% recomendó de forma tajante que no debería invertir en Cuba en las actuales circunstancias.
Otros mitos relacionados con el “bloqueo americano” han sido también desacreditados en el pasado reciente.
Cada vez más cubanos saben que las sanciones estadounidenses solo están dirigidas contra las empresas estatales –sobre todo las controladas por los militares por medio de GAESA– pero no impiden transacciones financieras, inversiones o comercio en ambas direcciones con empresas y campesinos privados.
Quien bloquea al sector privado nacional de acceder a tecnologías, mercados e inversiones extranjeras –sea con Estados Unidos o cualquier otro país– es el bloqueo interno del sistema cubano. En primer lugar, porque les impide llegar a ser un genuino sector privado; y en segundo lugar, porque los excluye a la fuerza del libre acceso al mercado estadounidense y cualquier otro.
Ese convencimiento comienza a extenderse. Entre las cinco demandas campesinas de la proclama Sin Campo no hay País se exige claramente: “Libertad para importar y exportar directamente, incluso de EEUU, donde está comprobado que sus leyes no lo impiden, por nuestra condición de campesinos independientes”.
Cuando la empresa Nestlé fue autorizada a comprar café a campesinos independientes durante la presidencia de Obama –porque el comercio e inversiones en un sector privado cubano no viola la Ley Helms Burton– el estado cubano lo prohibió de forma tajante. Primero usaron de pantalla a la oficialista Asociación Nacional de Agricultores Pequeños (ANAP) la cual, en declaración del 5 de mayo de 2016, puso como condición que las exportaciones e importaciones de cualquier acuerdo se realizaran por medio del Ministerio de Comercio Exterior (MINCEX). La puerta inversionista que abrieron a Nestlé los militares cubanos fue que invirtiera junto con ellos en una fábrica de alimentos en la zona especial de Mariel.
Quedó claro desde entonces que son los militares vinculados a la élite de poder en Cuba quienes de hecho extienden las sanciones del embargo estadounidense al sector privado nacional. Aunque la ley no incluye a emprendedores y campesinos privados que puedan demostrar que efectivamente lo son.
La postura del gobierno totalitario cubano hasta ahora ha sido decirle a cada administración norteamericana “levanten el embargo contra mi estado”. Sin embargo, nunca han dado un paso para levantar su bloqueo interno a los emprendedores y campesinos privados, legalizando sus negocios y reconociendo su identidad jurídica independiente para negociar acuerdos inversionistas y comerciales con empresas nacionales o extranjeras. El 92% de los que participaron en el citado sondeo de opinión popular comprende ese hecho.
En el exterior, la élite de poder cubana vende la narrativa de que el “bloqueo” de Estados Unidos empobrece a los cubanos. Pero solo quiere concesiones unilaterales en este terreno. Dentro de Cuba insiste en sostener su bloqueo interno y en criminalizar la creación de riqueza y prosperidad al margen de su control.
Acceder a los llamados al levantamiento del embargo externo, sin exigir el levantamiento previo del bloqueo interno, sólo sirve para reforzar el poder del régimen, no para combatir la pobreza en la isla. Ojalá a estas alturas se haya aprendido esa lección.