El escritor cubano Pedro Armando Junco fue expulsado de la UNEAC por expresar su opinión en una carta abierta al presidente Díaz-Canel. Campesinos cubanos se solidarizan con las peticiones del escritor Junco.
Estimado Sr. Pedro Armando Junco:
Nos dirigimos a usted con profundo respeto y agradecimiento por la valiente defensa pública de varias medidas que los campesinos cubanos venimos reclamando por medio de los cinco puntos de nuestra campaña “Sin Campo no hay País”. Es doloroso ver cómo se pretende castigar a una persona decente por decir en voz alta, de frente y de manera constructiva lo que todo el país piensa y comenta.  
Los campesinos cubanos, al igual que usted, también hemos hecho públicas nuestras ideas y soluciones a esta crisis de forma respetuosa. Pero el gobierno hasta ahora pretende ignorarlas. Prefiere anunciar curitas de mercurocromo que les den buenos titulares de prensa en vez de optar por la inevitable cirugía mayor que se requiere para conjurar la hambruna que ya se avecina.
Sepa usted que si no nos escuchan no nos vamos a resignar a presenciar tranquilamente un genocidio provocado por el egoísmo y la insensibilidad de quienes todavía pueden evitarlo. No vamos a aceptar un “no” por respuesta a nuestras cinco demandas. Los guajiros hablamos claro.
Respetuosamente,
Liga de Campesinos Independientes
Federación Latinoamericana de Mujeres Rurales (FLAMUR)

CARTA DE PEDRO JUNCO LÓPEZ A DÍAZ CANEL

Pedro Junco López, July 18 at 8:51 PM ·

Señor presidente Díaz-Canel:

En su último discurso ante el Consejo de Ministros, televisado y expuesto en la Mesa Redonda, usted hace públicas las determinaciones tomadas al más alto nivel, considerando de antemano la aprobación del pueblo sin consultársele, poniendo en tela de juicio la popularidad de estas medidas.

Cierto es que los sistemas autocráticos son libres en el accionar de sus ordenanzas y que ya es costumbre atávica en los cubanos resignarse a acatar y obedecer los decretos estatales. Pero me sentí profundamente señalado cuando usted dijo –con otras palabras, desde luego, pues no tengo grabadora en mi casa– que los enemigos de la Revolución utilizan las redes sociales para mentir y confundir a la ciudadanía. Y es precisamente la palabra “enemigos” la que nos ha echado en el mismo saco a los que desean el derrocamiento del sistema que hoy nos dirige, junto a los ciudadanos cívicos que declaramos nuestra verdad y proponemos nuestras opiniones públicamente, por cualquier medio de expresión como reza en el artículo 19 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, como instituye la nueva Carta Magna cubana y, sobre todo, como el Apóstol de nuestro país nos dejó por herencia: pensar y hablar sin hipocresía y trabajar para que nuestro gobierno sea bueno cuando consideramos que nuestro gobierno se equivoca.

Es lamentable que la situación económica de mi país, que es su país, haya colapsado y los haya obligado a tomar medidas que desde hace décadas todos sabemos constituyeron errores económicos garrafales, como la penalización del USD. Y más lamentable aún que se abran tiendas especializadas solo para quienes tengan divisas extranjeras, dando una bofetada humillante a la moneda salarial de todos los cubanos y ahora, hasta al injusto CUC, ayer equivalente del dólar y hoy tan segregado como el peso cubano tradicional.

Es lamentable, señor presidente, que lleguemos a tal extremo de abyección ciudadana y que usted nos tilde de enemigos cuando nosotros somos los verdaderos amigos de la Patria. Somos los que alertamos el cierre del turismo y de las escuelas y universidades al comienzo de la pandemia –reconocido, inclusive por el Primer Ministro–. Somos los que decimos hoy que abran la economía. Si existen enemigos de la Revolución, búsquelo entre los directivos de cuellos blancos, dirigentes militantes del Partido que se prestan a las menos pensadas ilegalidades, y castíguelos. Pero deje de perseguir a los productores: permita que el pescador, pesque; que el agricultor siembre, que el ganadero críe… Pero deje al pescador que venda libremente su producto del mar, que el cosechero se las ingenie y comercialice sus siembras sin que medie el Estado, que el campesino mate su res y la venda al precio que le venga en ganas y se la compre el que pueda; porque por muy injusto que parezca, mayor injusticia es venderle al proletariado en una moneda que no circula en Cuba y a la que solo quienes tienen apoyo desde el exterior, pueden adquirirla.

Lea con detenimiento este exergo del discurso de Ignacio Agramonte en la Universidad de la Habana hace 158 años:

“La administración que permite el franco desarrollo de la acción individual a la sombra de una bien entendida concentración del poder, es la más ocasionada a producir óptimos resultados, porque realiza una verdadera alianza del orden con la libertad.”

Únase a nosotros, señor Presidente. Escúchenos a todos por igual: a quienes le adulan, a quienes pretenden destruirlo y a los que nos rompemos la cabeza buscando una salida feliz a la crisis económica que nos envuelve. Y tome luego sabias decisiones.

Evite el presagio del poeta: ”porque los pueblos que sufren/ como la ortiga que llora/ cuando de sufrir se aburren/ echan veneno en las hojas”.

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