“¿Tú sabes lo que es estar comiendo, ver ante tus ojos tres o cuatro cucarachas y, al mismo tiempo, estar sacudiendo moscas? Supongo que dirán que si es barato, no reclames”, comentó un clientesobre una reciente experiencia en el restaurante Avellaneda, de la ciudad de Guantánamo.
“Tuve que alejarme de las paredes para comer solo espantado moscas”, ironizó. “Higiene y Epidemiología debería cerrar ese lugar”.
Las quejas sobre los servicios gastronómicos se repiten en todas partes de la cabecera provincial, sobre todo cuando se trata de establecimientos estatales. Además de la higiene, abarcan la mala elaboración de los alimentos y las exiguas raciones.
Una comida “modesta” (no incluye refrescos enlatados ni cervezas) cuesta en el Avellaneda entre 30 y 40 pesos, moneda nacional. Al restaurante van a comer con frecuencia trabajadores que reciben cierta cantidad de dinero mensual para almuerzos.
“He visto cómo alguna gente se han parado de la mesa con toda la comida pagada y se ha ido diciéndole cuatro cosas a las camareras. Ellas solo responden que no tienen que ver con eso. Yo no me he ido porque estoy lejos de la orilla, como se dice. La necesidad obliga”, comentó un obrero.
Otro local que genera quejas constantemente es la pizzería ubicada frente al Hospital General Docente Dr. Agostinho Neto, en el reparto Caribe.
“Ya había escuchado que era pésima, pero es peor que eso”, dijo Maritza Camejo después de “sufrir” el servicio del establecimiento.
“Estaba cuidando a mi padre, ingresado en el hospital, salí a comer algo y eso era lo más cercano”, relató. “El espagueti era una cosita de nada con agua de puré de tomate y un triangulito de queso fundido de mal aspecto y maloliente. La pizza era un pan blanco con tres pintas de queso. En fin, lo único bueno es que no se hice cola”, criticó.
Además de acompañantes de pacientes, en la pizzería comen sobre todo estudiantes de la Universidad de Ciencias Médicas y trabajadores de Salud Pública.
“Es verdad que si no estuviera ahí la pasaríamos mal, porque lo que dan de comida en el hospital sirve menos, pero deberían mejorar los servicios o, si no se puede, bajar los precios, ofertar más cosas”, dijo una asistente de enfermería.
“Como mi hermano vive más lejos que yo, y mi mujer tiene que atender a los muchachos y a los animales, a veces debo estar más de tres días en el hospital sin ir a la casa”, se quejó otro acompañante de un paciente. “Esa pizzería es mi apagafuegos, pero a veces no hay quien le faje a lo que venden”, manifestó este campesino, residente en la comunidad Banito, en el municipio El Salvador.
“El sector de la gastronomía está caótico” en Guantánamo, dijo una maestra de 50 años de edad. A su juicio, la situación clama por la atención de las autoridades.
“Las cafeterías están vacías. Lo poco que hay son cigarros y ron. Si hay refresco, es caliente, sea de uno o de diez pesos”, señaló.
“Lo mejor que había aquí era la pizzería Veneciana y, desde que cogieron preso al antiguo administrador, tampoco sirve. Ni esa, ni las otras dos (Génova y Pizzanova)”, añadió.
“La gente no tiene a dónde ir. Lo único que sirve es particular y caro. Entonces, lo que hace la gente es tomar ron en las esquinas y de ahí viene un aumento de la delincuencia”, opinó. “No se puede salir a comer en la calle, y menos en fechas festivas”.