El bloqueo nacional a la gestión económica privada hunde a Cuba
El 3 de mayo pasado la Comisión Cubana de Derechos Humanos y Reconciliación Nacional (CCDHRN) en su reporte sobre el arresto de 330 opositores en abril, analizó la represión política en el país y concluyó que “seguirá prevaleciendo a menos
que ocurra un milagro, pues no existen factores al interior de la sociedad cubana o desde el contexto internacional que puedan influir, de manera efectiva, para que el régimen acepte la necesidad de reformas democráticas…”
Es coherente pensar que una vía para coadyuvar a que ese milagro se produzca sería que las carencias y la pobreza lacerante que agobian a la población se constituyesen en banderas reivindicadoras de los opositores cubanos en su lucha por las libertades y la democracia en el país.
No se trata de aflojar el batallar por la libertades políticas y civiles, sino de denunciar paralelamente y con igual fuerza la muy a menudo inadvertida represión económica, esa que se abalanza sobre cada cubano de a pie cuando despierta por la mañana.
Grande sería el impacto que tendría una manifestación de personas protestando porque no “llegó el pollo a la carnicería”, o porque con salarios tan bajos no se pueden hacer dos comidas al día. O bien una protesta de quienes viven en chozas miserables en medio de aguas putrefactas, o de ancianos indignados porque con las pensiones que reciben pasan hambre, hurgan en los latones de basura y visten harapos.
A continuación resumimos algunos temas que podrían ser recogidos por movimientos sociales específicos para demandar su solución. Pero no hay solución posible sin reconocer el fracaso del modelo centralizado y estatizado de economía y reconocer de forma legal y definitiva el papel de un sector privado que no han permitido desarrollarse hasta hoy.
La asfixia fiscal y represión económica al llamado cuentapropismo constituye un genuino “bloqueo” a la prosperidad nacional. El resultado de semejante política es el que se describe a continuación.
La explotación “socialista” del trabajador
Todo eso se llama represión económica, una expresión poco usada en Cuba. Pero antes de hacer política, filosofía, religión, literatura, u otras actividades no productoras de bienes tangibles, el ser humano tiene que comer, vestirse, calzarse, tener una vivienda. Con el estómago vacío es difícil pensar.
A la población la golpea la paupérrima vida que lleva. Un eminente estudioso de este tema, el economista cubano Jorge Sanguinetti, razonó en un artículo publicado el 13 de julio de 2005, que si se mide por el número de personas afectadas, la represión económica en Cuba es mayor que la represión política. Sanguinetty explicó que lo que ocurre es que “la represión política es la que en sus formas extremas nos hace protestar con mayor indignación…. luchar por la libertad de expresión, por ejemplo, parece más heroico que luchar por un pedazo de pan”.
Por mucho que lo nieguen los marxistas, lo cierto es que en el mundo contemporáneo nada explota más a un trabajador que el sistema diseñado por Lenin en que el “Estado proletario” se queda con la mayor parte del salario de cada trabajador.
Salarios miserables
El régimen castrista al pagarle el Estado un salario tan bajo a los trabajadores les está confiscando gran parte del valor creado por el obrero que le resulta imprescindible para poder mantenerse a sí mismo.
En Cuba el salario no llega ni a un dólar diario, mínimo que la ONU considera pobreza extrema. Según la Oficina Nacional de Estadísticas e Información de la isla (ONEI), el salario diario cubano en 2017 fue de $0.93, es decir, 27.92 dólares mensuales (670 pesos). En Haití es más del doble (59 dólares).
Además, en las tiendas de moneda convertible (shopping) se cobra un impuesto a las compras que oscila entre un 200% y un 240%, y llega en algunos productos a alcanzar hasta un 1,200% y más. He ahí otra forma de explotación económica.
De acuerdo con una lista oficial de precios, publicada por Cibercuba el 21 de abril de 2016, en las shopping un kilogramo de pechuga de pollo con piel y hueso el precio oscila entre $3.80 y $4.50 dólares. El picadillo de res, 500 gramos de segunda calidad, entre $2.10 y $2.60. Es como si en EE.UU los consumidores pagasen entre $600 y $1,000 para para comerse una libra de pechuga con piel y hueso.
Si a algún militante radical de izquierda en cualquier país del mundo le preguntan si está dispuesto a vivir con un salario de 27 dólares al mes, creerá que es una broma, o mandará bien lejos a su interlocutor.
Pues ese es el salario promedio en un país que hace 60 años se paseaba entre los que más altos sueldos registraba en las Américas y el mundo. Además, Mesa-Lago calculó que los aumentos nominales de salarios no son tales, por cuanto la inflación los devora sin cesar.
Según los estudios de dicho economista, el salario medio nominal en el sector estatal, ajustado a la inflación, en 2015 estaba 62% por debajo de 1989, y no satisfacía las necesidades básicas. Ese bajísimo poder adquisitivo ha descendido en los últimos años con la crisis venezolana, pues al reducirse la oferta de bienes forzosamente aumentan los precios.
Desempleo
Es triste ver en imágenes y fotos que llegan de Cuba cómo en pleno día están las calles y parques repletos de personas adultas que conversan, hacen cuentos, o juegan con el perro. No tienen empleo. Se dedican a sobrevivir.
El régimen siempre miente en sus estadísticas, pero en materia de desempleo siempre se ha destacado de forma destacada por la manipulación de las cifras. La Oficina Nacional de Estadísticas de Cuba (ONEI) informó que la tasa de desempleo en 2016 fue de un 2.4%. O sea, según las autoridades, la tasa de desocupación en la ruinosa economía cubana fue más baja que la de Japón (2.5%), Suiza (2.7%), o Noruega (3.6%).
Pero los economistas independientes dicen algo muy diferente. El profesor Carmelo Mesa-Lago, uno de los más prominentes estudiosos de la economía cubana, calculó que el desempleo en Cuba no baja de un 28%, según un artículo suyo publicado el 15 de marzo de 2017 en Cuba Posible.
La dictadura no lo admite, porque el desempleo es un flagelo propio del “decadente” capitalismo. Los Castro pudieron mantener niveles de empleo aceptables solo mientras mantuvieron las plantillas infladas con los subsidios de Moscú. Todo era artificial. En cada centro de trabajo sobraban trabajadores, pero siempre cabía uno más, aunque no hiciese falta, si era amigo de alguien en la administración.
Cuando desapareció la Unión Soviética los subsidios venezolanos resultaron insuficientes para mantener la mentira del “pleno empleo” en el socialismo, y el propio régimen admitió que había más de 1.5 millones de empleados estatales que hacían muy poco, o casi nada.
Como la inmensa mayoría de los desempleados son jóvenes estamos ante un crimen socioeconómico, un desperdicio de capital humano, el más valioso que tiene un país. De existir las libertades necesarias para ello, una manifestación de cubanos sin empleo sería más impresionante que la del 1 de mayo promovida con extorsiones y chantajes oficiales.
La crisis apunta a un desastre si no hay cambios
No obstante, el régimen se niega a realizar los cambios imprescindibles y liberar las fuerzas productivas. Todo apunta a que habrá un grave empeoramiento de la crisis económica crónica que se ha padecido.
Un estudio de Havana Consulting Group (HCG), publicado en Martí Noticias el 5 de mayo, reveló el descenso del arribo de turistas de EE.UU, Canadá y la Unión Europea en el primer trimestre de 2018.
El informe señala que los viajes de estadounidenses a Cuba declinaron un 22.34% en el segundo semestre de 2017. También el turismo desde Canadá, primer emisor a la isla, sufrió una contracción por segundo año consecutivo del 5.4%. Y el crecimiento desde Europa bajó de un 36.5% en 2016, a 12.3% en 2017.
A esto hay que añadir la caída de las exportaciones, y las importaciones por falta de divisas para pagarlas. Según HCG, en los últimos dos años las exportaciones de España a Cuba cayeron en un 26.13%, de $ 964 millones a $ 713 millones. China, que debido a la crisis en Venezuela es ahora el primer proveedor de la isla, también redujo sus exportaciones en más de 30 %, de $2,331 millones en 2015 a 1,629 millones en 2017. Y también cayeron las inversiones chinas en la isla.
Las exportaciones de Brasil a Cuba se desplomaron en casi un 30%. Y con Canadá, suministrador tradicional a Cuba, la baja del intercambio comercial ha sido de un 35%. Desde Venezuela ha habido una drástica reducción de los envíos de petróleo, y lo poco que recibe La Habana se debe a que, según un reporte de Reuters publicado en Diario de Cuba el 15 de mayo último, el régimen de Nicolás Maduro en 2017 –en medio de una hambruna nacional- compró cerca de $440 millones de dólares en crudo extranjero y lo envió a la isla para apuntalar su metrópoli colonial.
Según HCG, las importaciones cubanas desde Venezuela se derrumbaron en un 70%, de $5,188 millones en 2015, a $1,582 millones en 2017. Eso ha agudizado la escasez de todo en Cuba.
Pensiones miserables
El capítulo más dramático de la pobreza en Cuba es el de los jubilados y los desamparados. Con pensiones cuyo promedio es de 287.14 pesos (12 dólares mensuales), según publicó “Cubadebate” el 6 de enero de 2017, cada vez son más los jubilados y ancianos no jubilados que viven en la miseria y la marginalidad, sin esperanzas de que las instituciones estatales hagan nada para cambiar su situación.
Datos de la ONEI publicados por “Cubanet” el 14 de mayo último, indican que el presupuesto para las FAR el MININT aumentó de $1,702 millones en 2006, a $2,546 millones en 2016, mientras que el dedicado a la seguridad social ha sido reducido anualmente y hoy es de unos $300 millones, casi ocho veces menor que el presupuesto asignado para mantener contentos a quienes sostienen la tiranía cincuentenaria.
Como a los jubilados la pensión no les alcanza para cubrir sus necesidades simplemente viven en la miseria. Venden lo que pueden por las calles, piden limosnas, revenden periódicos, cucuruchos de maní, turnos en las colas, son vigilantes en áreas públicas, o venden sus pertenencias y recuerdos. Y no pocos hurgan en los latones de basura. Un censo en 2012 reveló que solo en La Habana hay 335,000 jubilados, precisó Martí Noticias.
Sin embargo, pese a todo este empeoramiento del nivel de vida de los cubanos, el dictador y su Junta Militar se niegan a mover ficha para abrir las reformas que el país requiere. Aunque no tiene poder real, al nuevo jefe de gobierno, Miguel Díaz-Canel, hay que exigirle que pugne por cambios urgentes imprescindibles. El primero es desmantelar la concepción estalinista de la economía centralizada para cambiar el modelo socialista que el propio Fidel Castro admitió “no funciona”.
Conclusión
La contención y represión de las actividades económicas privadas –sector que más trabajos genera en plazos breves– empeora por día y solo sirve para agravar la situación social.
Informe especial de FHRC elaborado por
Roberto Alvarez Quiñones