Nosotros, miembros de la comunidad intelectual y artística, ante la reciente declaración titulada Mensaje de educadores, periodistas, escritores, artistas y científicos cubanos a sus colegas de otros países, expresamos que:

Cuba es un país envuelto en una crisis múltiple, agravada por eventos naturales y sanciones externas, pero causada fundamentalmente por el agotamiento del modelo económico y político imperante. Donde una Constitución reconoce derechos que son violados en la práctica por funcionarios y fuerzas policiales. Donde un Partido único se erige sobre el Estado y una sociedad diversa en sus identidades y demandas. Donde hay más de mil ciudadanos presos por manifestarse y expresarse, como lo hacen los pueblos de otros países latinoamericanos. Donde el gobierno ha elegido invertir en hoteles en vez de atender las carencias acumuladas de la población. Donde han escapado en el último año, por cualquier vía y arriesgando su vida, alrededor de 200.000 cubanos. Eso es Cuba hoy.

La información de lo que sucede está visible para quien desee verla. Incluidos los testimonios de protestas populares que agrupan reclamos varios, que van desde la mala gestión de las autoridades al deseo humano de libertad. Esa información no es más patrimonio exclusivo de los medios oficiales ni de las instituciones. Los propios datos oficiales revelan las prioridades de inversión gubernamental y el impacto negativo de las decisiones de política económica sobre las condiciones de vida de la población. Académicos oficiales e independientes han criticado la Tarea Ordenamiento, sugiriendo su corrección. Nada ocurre. Los responsables de esas decisiones siguen en sus puestos. La falta de voluntad política se hace evidente para una población que demanda a los funcionarios respuestas urgentes ante la creciente depauperación de la vida.

Contra esa población —sus urgencias y necesidades— se pronuncian hoy funcionarios, artistas y académicos. Lo hacen con un lenguaje elitista, que prioriza una agenda de Estado sobre las demandas de la gente común. En un documento que niega los valores humanistas de la historia y la cultura nacionales. Un texto intelectualmente mediocre, políticamente reaccionario y socialmente insensible.

Escritores que fueron reprimidos justifican la represión. Historiadores y juristas maquillan el poder de la burocracia y abandonan al pueblo real. Investigadores que centran sus libros y artículos en el análisis de los sujetos populares, las dinámicas raciales o la exclusión social, hoy criminalizan las demandas y derechos de los grupos sociales que ayer expusieron en congresos y espacios académicos, ya sea en el país o en el extranjero.

Basta de decir que no tenían otra alternativa. Siempre la hay. Siempre es posible elegir. Al menos, no suscribir la mentira que ampara el abuso y elegir, sin heroísmo, el silencio. Pero quienes han firmado esto, han elegido apoyar la represión ejercida contra su pueblo. Nosotros, en cambio, la denunciamos.

Ver firmas de la carta en El Toque

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