En su discurso de 1944 sobre el Estado de la Unión,  el año que marcaría el giro definitivo de la Segunda Guerra Mundial, el presidente número 32  de los Estados Unidos, Franklin D. Roosevelt, observó lo siguiente:

«Hemos comprendido claramente que la libertad individual no puede existir sin seguridad e independencia económicas. Los hombres necesitados no son hombres libres. Con gente hambrienta y sin trabajo se construyen las dictaduras.»

Roosevelt preconizó la necesidad de una Carta de Derechos Económicos,  los que finalmente se insertaron en la postguerra, en 1948 en la Declaración Universal de Derechos Humanos, incluyendo, en el artículo 25, el derecho a la alimentación. En 1996 también fue contemplado en el artículo 11 del Pacto Internacional sobre Derechos Económicos, Sociales y Culturales.

La intención de estos instrumentos es proteger el derecho de las personas a alimentarse con dignidad, no padecer hambre, inseguridad alimentaria ni malnutrición, lo que implica que haya suficientes alimentos disponibles y los medios para acceder a ellos, y que sean debidamente satisfechas las necesidades dietéticas de las personas.

En los últimos meses los cubanos han enfrentado una situación desesperada con los alimentos, que ahora ha arreciado al priorizarse su venta a quienes tengan moneda libremente convertible, apenas el 40 % de la población. Y la escasa disponibilidad de comestibles amenaza con desembocar en una hambruna debido a la falta de divisas para importarlos que ha generado la pandemia mundial, y a la obstinación del gobierno en mantener las barreras a las fuerzas productivas nacionales y los mecanismos de mercado que pueden salvar al país del desastre.

Por tratarse de un derecho humano esencial, y ante la decisión del gobierno de hacer oídos sordos a sus llamados, agricultores independientes cubanos han pedido una intervención urgente de la máxima instancia internacional en  la materia:

A: Sra. Michelle Bachelet, Alta Comisionada de Naciones Unidas para los Derechos Humanos
De: Liga de Campesinos Independientes de Cuba y Federación de Mujeres Rurales (Capítulo Cuba)

Fecha: Agosto 13, 2020

Asunto: PEDIMOS SU URGENTE GESTIÓN PARA PREVENIR UNA HAMBRUNA EN CUBA

Distinguida Sra. Bachelet,

En Cuba se nos avecina una hambruna que puede ser evitada. Su causa no es externa ni tampoco relacionada con un desastre natural. La hambruna que se asoma en el horizonte cubano es consecuencia del feroz bloqueo interno de nuestras fuerzas productivas por el gobierno nacional.

Una declaración reciente de un grupo de sus relatores y expertos hizo un llamado a levantar las sanciones a ciertos países y menciona a Cuba entre ellos. Por favor, le pedimos que comparta con ellos esta carta.

En el caso de Cuba podemos asegurarles que el embargo de EEUU no impide al gobierno cubano comprar cada año toneladas de alimentos a ese país que luego vende a la población a notables sobreprecios. Tampoco están incluidas las medicinas en esas sanciones.

Cuba importa el 80% de sus alimentos por la incapacidad estatal para producirlos. Si ahora el gobierno cubano no tiene dinero para adquirirlos es porque además de su mala gestión económica y el impacto del Covid 19 sobre el turismo, no ha cumplido con sus compromisos de pago de los intereses de las deudas contraídas después que sus acreedores les perdonaran miles de millones de dólares hace apenas cinco años.

Pero hay algo que muchos ignoran: las empresas cubanas privadas que puedan documentar esa condición no están incluidas en las sanciones de EEUU. Cualquier empresa de EEUU puede comerciar y hasta invertir en ellas, pero el gobierno cubano nunca lo ha permitido. Cuando en 2016 la corporación Nestlé quiso comprar café directamente a los campesinos el Estado cubano se interpuso en esas relaciones y las hizo imposibles.

Los campesinos cubanos tenemos las tierras en usufructo, sin títulos de propiedad, están regidos por un sistema de acopio que monopoliza su producción y la comercialización de los mismos, son agobiados por impuestos, acosados con continuas inspecciones y sometidos a confiscaciones de sus cosechas y aperos de labranza. Nos han declarado una guerra económica en la que participan operativos especiales de la fuerzas armadas y la policía mientras desarrollan con su monopolio de medios de comunicación constantes campañas de asesinato de nuestra reputación. Nos presentan como bandidos egoístas a nuestros hermanos de la ciudad y sin embargo somos portadores de la solución para evitar una hambruna a la población.

En nuestra demanda pública “Sin Campo no hay País”, dirigida en el mes de abril al presidente Díaz-Canel, presentamos cinco puntos que pueden evitar la tragedia: entrega de títulos de propiedad en lugar de usufructos limitados, libertad para producir, vender e incluso exportar e importar sin mediación estatal y una moratoria de impuestos por diez años para trascender la crisis actual.  El gobierno la ha ignorado al tiempo que ha recrudecido su guerra económica de confiscaciones y arrestos arbitrarios contra los campesinos.  Sus métodos actuales no son muy diferentes a los del Comunismo de Guerra –que Lenin tuvo que rectificar– o los de Stalin cuando indujo la hambruna en Ucrania que costó la vida a millones de personas.

Usted merece la gloria de haber contribuido a evitar una hambruna de dimensiones desconocidas a once millones de cubanos. Invite al gobierno cubano a inspirarse en el valor político de los dirigentes vietnamitas que, después de acudir a la ayuda de la comunidad internacional para alimentar su hambreada población, emprendieron el camino de reformas que los hizo autosuficientes y exportadores de alimentos en apenas cinco años.

Usted no es Walter Duranty, el corresponsal del New York Times en Moscú que se hizo cómplice de Stalin en ocultar al mundo el horror del hambre ucraniana durante el Holodomor. Hablar alto, claro y oportunamente al poder en nombre de los que no tienen voz, esa es su misión.

Confiamos en que comprenderá la urgencia humanitaria de este tema y hará lo que corresponde. Nosotros también lo hacemos. Los guajiros hablamos claro.

Respetuosamente,

Lisandra Orraca Guerra, Federación de Mujeres Rurales, Capítulo Cuba
Esteban Ajete Abascal, Liga de Campesinos Independientes

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