Cuando en 2007 Ramiro Valdés, el represor mayor del castrismo, calificó a la internet de “potro salvaje que debe ser domado” dejó sentado que la dictadura no permitiría a los cubanos conectarse libremente a la cuarta gran revolución tecnológica de la historia, luego de la rueda, la agricultura y la Revolución Industrial.
Imaginemos que el gobierno de Francia impidiese que los franceses tuviesen acceso a internet. Sería un escándalo mundial. En Cuba ocurre y no pasa nada. El gobierno impide el acceso libre a internet, impone una “web” castrista manipulada y censurada, y solo para cierto segmento de la población.
El colmo es que Ramiro se quedó corto. Ahora la dictadura va más allá y elimina por decreto lo que un grupo de jóvenes cubanos, por no tener acceso a internet, ingeniosamente crearon hace más de 10 años: la Street Network (SNet), un sistema de red wi-fi independiente artesanal sin acceso a internet, con antenas y dispositivos caseros, o comprados en el mercado negro.
Eso permite a miles de habaneros comunicarse entre sí, acceder a videojuegos, y traspasarse archivos computarizados. Integran la SNet unos 40,000 usuarios, pero el total fácilmente pasa de 150,000, pues en cada casa que hay una computadora conectada acceden familiares y vecinos allegados.
La Snet no estaba legalizada, pero fue tolerada hasta el 29 de julio de 2019. El régimen prefería que esos miles de jóvenes se entretuviesen con juegos de video a que cuestionasen las causas de por qué precisamente en Cuba no hay acceso libre a internet.
La red tiene administradores con conocimientos informáticos, que sacaban de SNet a quien se manifestaba contra del régimen. Ese era el pacto con el diablo. Cada usuario pagaba mensualmente una pequeña cuota de dinero para que los administradores pudiesen enfrentar fallos técnicos, robos, o decomisos policiales.
Pero el dictador y su Junta Militar temen a la interactuación humana no controlada por el Estado, y que la red siguiese creciendo. Después del tornado que azotó La Habana demostraron su potencial de convocatoria cuando movilizaron la solidaridad con las víctimas. Había nacido una plaza cívica digital en las narices de un régimen totalitario.
El Ministerio de Comunicaciones citó a los responsables de la SNet y les entregó el certificado de defunción. Queda prohibido tener antenas inalámbricas que superen los 100 milivatios (mW) o 20 dBm de potencia, una capacidad muy por debajo de lo que usan un Mikrotik, un Bullet o un NanoStation, los dispositivos técnicos de la SNet.
Eso significa que la comunicación solo puede alcanzar unas tres cuadras, cuando hasta ahora alcanzaba varios kilómetros. Encima, solo podrán enlazarse empresas e instituciones. Queda prohibida la conexión entre particulares y redes privadas. Es la muerte de SNet.
Una nota de estilo fascista del MINCOM sentencia: “Todos los nodos que componen SNet no deben seguir operando o se les enviarán cartas de advertencia a los administradores responsables. La red desaparece y es eliminada de manera permanente y sin excepciones”. Un nodo es el punto de conexión comunicacional o unión de varios elementos. Cada computadora de la SNet es un nodo.
El 9 de agosto el grupo de SNet en Facebook, con más de 20.000 integrantes, informó la cancelación de los diálogos con el MINCOM. Como los miembros de la SNet gozan del raro privilegio en la Cuba comunista de estar comunicados entre sí, el 10 de agosto se organizaron y 200 de ellos se concentraron frente a ese ministerio para insistir en una negociación que evite la muerte de la SNet. No lograron nada.
El tenor del malestar entre los usuarios lo trasladó el joven Yosué a la periodista independiente Marita Pérez: “No es justo que ahora venga alguien que nunca nos ha dado nada y nos ha hecho la vida un ´yogurt´ a acabar con todo lo que creamos como familia”. Y Leo, otro usuario, concluyó en twiter: “Lo que toca es seguir en modo clandestino y evolucionar” y preguntó a sus colegas “¿de qué sirvieron las normas de no hablar de política?”
Un segundo intento de expresar su inconformidad el pasado sábado 17 fue frustrado cuando agentes de Seguridad del Estado vestidos de civil ocuparon el parque ubicado frente al Ministerio de Comunicaciones donde usuarios de SNet tenían previsto concentrarse. Además el diario 14ymedio reportó que activistas, periodistas independientes y miembros de la mayor red comunitaria cubana denunciaron en Twitter presiones y amenazas de la policía política para impedirles llegar hasta el lugar.
Sin duda la cúspide castrista ha dado este paso por temor al “potro salvaje”. Pero no debe cantar victoria. Los jóvenes de la SNet no eran realmente opositores ni políticos. Pero la represión los hará radicalizarse. Están furiosos por este golpe bajo, pese a “portarse bien” políticamente. Es probable que muchos de ellos no se queden de brazos cruzados.