«Tengo un sueño: Las Damas de Blanco»
Por Hana Jakrlova
(Traducido por Adolfo Fernández Saínz)
Lo siento por el Papa si no recibe a los disidentes en su estancia en Cuba. Ver la marcha silenciosa de las Damas de Blanco en La Habana fue la experiencia más fuerte de mi visita al país.
Como crecí en la Checoslovaquia comunista, vivía una continua sensación de deja vu en Cuba. Tenía que pensar para responder a la pregunta amistosa de “¿Te gusta Cuba?” que me hicieron muchos cubanos que he conocido durante mi mes de visita a la isla. Yo solía darles la respuesta honesta de: “Me parece muy triste”. Esto por lo general establecía de inmediato un nivel de comprensión, y pude tener una conversación real con la gente que conocí. He oído historias de dificultades económicas, persecución y la sensación predominante era de desesperación.
Uno no necesita más que un viaje en taxi desde el aeropuerto a un hotel en La Habana, para entender la magnitud de la pobreza y la desolación del país. Al igual que todos los edificios semiderruidos, la pobreza y la frustración entre la gente es casi palpable. Aunque casi todo el mundo se alegra por el actual acercamiento entre EE.UU. y Cuba, muchos son escépticos acerca de la rapidez y la profundidad con que el cambio llegará al cubano común y corriente.
Visité no sólo los destinos turísticos, sino también pueblos del interior, y pude ver el alcance real de los muy anunciados beneficios de la «revolución» – la asistencia médica y la educación gratuitas: La gente común agradecía cualquier tipo de medicamento, y el conocimiento sobre el mundo exterior era a menudo mínimo. Sí, todo el mundo en Cuba puede aprender a leer y escribir – pero ¿de qué sirve si casi no hay libros para leer? Visitar una librería en La Habana fue un impacto que me recordó una tienda de libros en la Rumanía del dictador comunista Ceausescu a mediados de los años ochenta.
La mayoría de la gente va a Cuba para pasar unas vacaciones sin preocupaciones, y me sentí incómoda al respecto. Mientras que los turistas traen dinero que tanto necesita la economía empobrecida y con esto mejoran la situación de algunos, que tienen la suerte de trabajar en el mundo del turismo, hay millones que viven en la pobreza absoluta, y por lo tanto el mundo de los turistas es una realidad paralela. Uno puede quedarse en un hermoso hotel, pasar su tiempo comiendo buenas comidas en restaurantes románticos y en maravillosas playas, pero la realidad para la mayoría de los cubanos es como estar en otro planeta. Si bien este es un sentimiento que se percibe en todos los países del tercer mundo, en Cuba se intensifica por la opresión y el siempre presente control de un gobierno mayormente despreciado.
Testimonial y fotos por:
Hana Jakrlova
Photographer
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Fotos adicionales por Hana Jakrlova: