“Aquí todos tenemos sarna”, titula el medio de asuntos cubanos Diario de Cuba un reportaje que describe un cuadro “de estilo medieval” en el que familias enteras en Mayarí, Holguín, permanecen aquejadas de una enfermedad de la piel que suele identificarse con los perros callejeros.

La escabiosis es una enfermedad controlable, basta aplicar en la piel loción de lindano o ungüento de permetrina para matar los ácaros y sus  huevos, pero fotos aportadas por el periodista independiente  Osmel Ramírez muestran las llagas que la falta de tratamiento para la escabiosis ha originado en algunos que la han estado sufriendo por meses.

El problema es el creciente desabastecimiento de medicinas que asuela a toda Cuba. Investigaciones realizadas por FHRC en la isla indican que en las farmacias faltan desde un antipirético como la Dipirona o Duralgina hasta los medicamentos que deben tomar enfermos crónicos como los diabéticos e hipertensos.

Y lo mismo sucede con los fármacos que se utilizan contra enfermedades controlables como la escabiosis. Los médicos recomiendan medicina verde que,  como le dijo al periodista de Diario de Cuba Luis Torres, un jubilado, “alivia, pero no acaba de curar”.

Mientras tanto, en decenas de entrevistas realizadas a médicos cubanos que abandonaron las misiones en el exterior FHRC conoció que eran compulsados a inflar las estadísticas de pacientes consultados para que Cuba pudiera cobrar más y lucir mejor, y como parte de este fraude debían destruir medicamentos enviados desde Cuba para que la cantidad de consultas coincidiera con la cantidad de medicinas recetadas.

Receta de hoja de guayaba como remedio para la sarna porque no hay medicamentos

A estos médicos el gobierno cubano les confisca entre el 75 y el 90 por ciento de los salarios que pagan los países anfitriones, lo cual se ha convertido en la principal fuente de divisas de la isla.

Personeros de esta operación de trata de personas como el doctor Jorge Juan Bustillo, director de la Unidad Central de Colaboración Médica que organiza los contingentes, aseguran que el dinero arrebatado a los colaboradores se usa para apoyar el sistema de salud pública cubano. Pero no solo realidades como la de la escabiosis en Mayarí lo desmienten, sino hasta las cifras oficiales: de acuerdo con la Oficina Nacional de Estadísticas e Información de Cuba los servicios profesionales aportaron en 2018 6.400 millones de dólares; sin embargo, al año siguiente solo se invirtieron 96 millones en salud y asistencia social.

Como dice el reportero de Diario de Cuba, no se vislumbra una solución para mejorar el abastecimiento de medicamentos que están en falta absoluta. “El Gobierno prácticamente no habla del tema. Parece estar pendiente solo de las vacunas en evolución contra la Covid-19 y descuida el resto de las enfermedades, tanto o más peligrosas”.

Es obvio que el desarrollo de una vacuna cubana y alterar las estadísticas para poder enseñar cifras bajas de contagiados y muertos por la pandemia busca complementar la campaña de La Habana en pos de que se otorgue el premio Nobel de la Paz a sus decenas de brigadas Henry Reeve, despachadas a la carrera a cerca de 40 países. Brigadas que como las misiones médicas permanentes  están sometidas a condiciones de trabajo forzoso y esclavitud moderna como la retención de salarios y documentos de identidad, limitación de movimientos, amenazas e intimidaciones, etc.

Mientras tanto, como termina diciendo en su reportaje Osmel Ramírez, “el pueblo padece de plagas y enfermedades curables”, en un sistema de salud que parece retroceder a la Edad Media,  y que los obliga a sufrir sin tratamiento las enfermedades de los perros callejeros.

Pero los cubanos están cada vez menos resignados a ser tratados así mientras se esfuman los miles de millones arrebatados a las misiones médicas. Como ha contabilizado el Observatorio Cubano de Conflictos, en toda la isla las protestas aumentan de mes en mes, y entre ellas, siguen apareciendo carteles con la pregunta: “¿Dónde están mi dinero y mis medicinas?”.

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