El hecho de que en Burkina Faso, Chad, Sudán del Sur, Níger, Camerún, Mali, Haití, Bangladesh, Yemen, Sri Lanka y otros países de África y Asia se reciben millonarias donaciones internacionales de alimentos no sorprende a nadie, no es noticia.
Pero sí lo es —y es vergonzoso— que un país en el corazón de Occidente como Cuba, que en 1958 se acercaba en nivel de vida al Primer Mundo, necesite donaciones internacionales de alimentos para que muchos de sus ciudadanos no mueran de hambre, o lleguen a un grado irreversible y fatal de desnutrición.

¿Puede alguien hoy imaginarse a la Cuba de los años 50 recibiendo constantes donaciones de alimentos para evitar que su gente muriera de inanición?

Es la “revolución socialista” la que hambrea a los cubanos

Es a causa de la “revolución socialista” que el país no produce los alimentos suficientes. Porque en los tiempos en que era “explotada por el capitalismo”, el país no solo se autoabastecía plenamente de productos agrícolas y pecuarios, sino que era felicitado por la FAO como mayor exportador de alimentos de América Latina en proporción al tamaño de su población total.

El régimen de Raúl Castro no permite que la prensa publique nada sobre las donaciones de alimentos. Lo hace básicamente para que, al distribuirse los alimentos donados en las bodegas por la “libreta”, o venderlos descaradamente a precios exorbitantes en las shopping de GAESA, se haga creer que han sido importados y pagados por el Gobierno, o producidos en el país, y así afirmar que la agricultura castrista no está tan mal como dice la “propaganda enemiga”.

Claro, de una u otra forma, muchos cubanos saben que a la isla constantemente llegan barcos con donaciones de arroz, frijoles, leche en polvo, conservas de carne y pescado, harina, azúcar, aceite, frutas, compotas, jugos y otros productos.

Y no solo eso: a Cuba llegan donaciones de medicamentos, equipos médicos, productos de aseo personal y de higiene en general, ropa, calzado, gasolina, petróleo, divisas obsequiadas, material escolar, autobuses, automóviles y muchos otros artículos de primera necesidad que el socialismo castrista con su economía centralmente planificada es incapaz de producir.

El “enemigo yanqui” es el que más alimentos dona a los cubanos

Pero lo que sí no saben los cubanos —pues no tienen cómo— es que el país que por amplio margen más alimentos dona a Cuba es el “enemigo yanqui”, el ogro que la “bloquea”: Estados Unidos.

En los últimos 10 años, EE.UU. ha donado a Cuba alimentos por valor de 154 millones de dólares. Ningún otro país del mundo ha donado siquiera un 10% de esa cantidad en alimentos a los cubanos.

El vecino del norte, a medida que se ha ido agravando la crisis alimentaria, ha venido aumentando exponencialmente sus donaciones. Tanto que se han multiplicado por 41.

En 2014 el “imperio” donó a Cuba alimentos por valor de 939,705 dólares. Al año siguiente (2015) dieron un gran salto a 4.6 millones de dólares. En 2019 subieron a poco más de 7 millones. En 2023 llegaron a 36.5 millones, y en 2024 sobrepasaron los 40 millones. Y estas son todas cifras oficiales del US-Cuba Trade and Economic Council (Consejo Económico y Comercial Estados Unidos-Cuba).

El propio organismo (Cuba Trade) aclara que esas estadísticas no incluyen las donaciones llevadas a la isla desde EE.UU. por viajeros individuales o a través de terceros países, que afirma constituyen una “cantidad significativa”.

ONU: más para “igualdad de género” y clima que para alimentos

¿Y la ONU qué? Cabe preguntarse, pues es esa entidad global, con sus 195 países miembros, la que mayor cantidad de donaciones de alimentos debería hacer para cumplir con su programa de “Hambre Cero”.

Pues bien, como clara expresión del dominio izquierdista “woke” y socializante en la burocracia de Naciones Unidas, de los 251 millones de dólares donados en los últimos cuatro años (2020–2024) a Cuba, solo se destinaron 5.7 millones de dólares a las donaciones de alimentos a los cubanos.

Dedicó 34.6 millones de dólares a la “ideología de género”, en su programa de “igualdad de género”, un “nuevo modelo educativo en escuelas con enfoque de género”, en coordinación con el Centro Nacional de Educación Sexual (CENESEX), que dirige la hija del dictador, Mariela Castro. También destinó 39 millones de dólares en la isla al programa “Acción por el clima”.

O sea, la ONU entregó al régimen castrista 74 millones de dólares para esos dos acápites secundarios —y uno de ellos de adoctrinamiento ideológico— y apenas dedicó 5.7 millones a aliviar la pobreza extrema, que según el Banco Mundial y estudios independientes afecta al 88% de la población cubana, un porcentaje propio del África Subsahariana. A la ya casi colapsada Salud Pública le donó 48 millones de dólares.

Por su parte, el Programa Mundial de Alimentos de Naciones Unidas (PMA) desde 2021 ha donado a Cuba alimentos por valor de 58 millones de dólares “en apoyo a la seguridad alimentaria y nutricional de Cuba”. El 32% de esas donaciones las aportó Rusia. O sea, Moscú aportó 18.5 millones como pago a la dictadura por su sumisión vergonzante a la autocracia imperialista del zar Vladimir I.

En 2022 el PMA suministró alimentos en la isla a 789,000 personas subalimentadas, según informó la Oficina de Comunicación de esa entidad de la ONU. También reveló que en 2024 cinco millones de dólares se emplearon en ofrecer “una dieta variada y nutritiva a niños y niñas de la educación primaria”. Y que se entrega arroz, granos y aceite destinados “a responder a emergencias alimentarias en el país”.

Pareciera que estamos hablando de países extremadamente pobres y atrasados de África Subsahariana o Asia. Pero resulta que se trata de Cuba, un país que antes del comunismo tenía un ingreso per cápita que duplicaba al de España, igualaba al de Italia, y superaba al de varios países de Europa.

Por lástima, más de 30 países donan alimentos a los cubanos

A los cubanos donan alimentos más de 30 países de todo el planeta. Los gobiernos comunistas de China y Vietnam cada año donan más de 35,000 toneladas de arroz.

Hasta Mongolia, en junio de 2024, donó a Cuba 400 toneladas de arroz, 107 toneladas métricas de aceite de cocina y 250 toneladas métricas de granos. La emisora camagüeyana Radio Cadena Agramonte informó que esa donación mongola alimentó a unas 50,000 personas, entre ellas 2,900 mujeres embarazadas y 44,600 personas en Villa Clara y Cienfuegos en “situación de vulnerabilidad”, una argucia oficial para no decir “hambrientas”.

Entre otros países también donan alimentos: Japón, Argelia, Alemania, España, Francia, Suiza, Suecia, Austria, Argentina, Colombia, Brasil, México, Bolivia, Nicaragua, Venezuela, Canadá, Bielorrusia, Emiratos Árabes, Qatar, San Vicente y las Granadinas (este pequeñito país caribeño en 2024 donó 232 toneladas de harina), Angola, Sudáfrica, Corea del Sur, India, Yibutí (uno de los países más pobres de África), y otros que se pueden rastrear en internet. Y también la Unión Europea como institución.

Y hay más (o menos): el propio dictador tuvo que echar a un lado su insolente soberbia y ordenó pedir al PMA leche en polvo. En marzo de 2024, por primera vez, Cuba pidió oficialmente al PMA donaciones de leche en polvo para los niños de hasta 7 años, ante el derrumbe de la producción de leche. Quién lo diría: en 1958, Cuba produjo 960 millones de litros (casi medio litro diario per cápita), y hoy apenas produce unos 260 millones de litros.

En fin, es triste e indignante que se viva de limosnas alimentarias en un país que hasta la llegada de la “revolución” incluso exportaba alimentos.

Roberto Álvarez Quiñones
6 de julio de 2025

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