Consignas en las paredes aumentan nerviosismo castrista
¡Abajo Batista! ¡Abajo la dictadura! ¡Viva Cuba libre! Esas tres consignas en los años 50 aparecían a diario pintadas en muros y paredes por todos los rincones de Cuba. Fui testigo de aquello.
Como la censura batistiana impedía a los medios criticar a la dictadura la gente lo hacía por su cuenta. Aquellas consignas eran alentadoras para la población. Expresaban el rechazo popular al batistato.
A la vez enfurecían a los esbirros policiales e infundían preocupación, temor, e inseguridad en las altas esferas de los vividores conectados política o económicamente a la dictadura, que constataban el rechazo de los cubanos al régimen del general Fulgencio Batista, un dictador reincidente, pues ya lo había sido antes desde 1934 hasta 1940.
Empleados municipales y los propios esbirros de la dictadura no daban abasto para borrar todas aquellas “pintadas” que aparecían constantemente por donde quiera, y que luego de borradas aparecían de nuevo en el mismo lugar, o en otro cercano.
He dado este resbalón en el tiempo porque últimamente lo mismo está ocurriendo en la isla, en mayor proporción que nunca en la historia del castrismo.
No las borrarían tan pronto; hay un efecto político-psicológico
Y aunque a priori eso parezca que no hacer daño a la mafia militar encabezada por Raúl “El Cruel”, sí lo hace. Si no lo hiciese no enviarían esbirros tan rápidamente a borrar esas cosignas-desahogos populares que incluyen ¡Abajo la dictadura! ¡Abajo Fidel!, ¡Patria y Vida!, ¡Abajo Raúl! ¡Libertad!, ¡Díaz-Canel singao!, ¡Abajo el comunismo!, y otras frases de rechazo a la “revolución”.
¿A qué le teme la oligarquía dictatorial? Al efecto político-psicológico que tienen estas consignas contra el régimen, tan apreciadas por la hastiada y hambreada sociedad cubana.
En Cuba hoy no solo hay una censura más avasalladora que la batistiana, sino que incluso los medios de comunicación son propiedad de la dictadura, salvo la prensa independiente, pero que es bloqueada y no hay acceso masivo a ella. Y menos ahora luego del “tarifazo” que ha restringido o encarecido desmesuradamente el acceso a internet.
Y repito, el efecto de estas pintadas es psicológico-político. De ampliarse y volverse más masiva este tipo de protesta se debilita más la “unidad monolítica” de que presumen Castro II y la pandilla que lo aúpa en el poder.
Lo cierto es que estas pintadas nunca habían sido tan numerosas y en lugares tan céntricos. Por ejemplo, hace unos días en el centro de la ciudad, la ciudad de Sancti Spíritus, justamente debajo de la consigna del régimen de «Sancti Spíritus sigue la marcha”, que está colocada en enormes letras metálicas fundidas a un muro, apareció bien grande: «Abajo la dictadura».
Miles de espirituanos disfrutaron en vivo de esa pintada, hecha con asfalto, muy difícil de borrar. Y fotografías y videos del contraste entre ambas consignas se viralizaron en las redes sociales.
Algunas van al fondo de la tragedia, atacan al mayor culpable
Poco después, también en Sancti Spíritus, en la muy céntrica Plaza Comercial del boulevard principal los consumidores podían leer en una pared: “Abajo Fidel”, y “Abajo la Revolución”.
Y, ojo, no se dijo “Abajo Díaz-Canel”, ni se atacó a Raúl Castro, fueron a las raíces de la desgracia nacional. “Resucitaron” a Fidel Castro para condenarlo como hacedor y culpable principal de la tragedia que de hecho ha acabado con Cuba. Ah, y esas consignas fueron pintadas con la plaza abierta al público.
A “14yMedio” una mujer le dijo: “Vi que estaban pintando una pared y pensé que era un mantenimiento. Pero al salir escuché a una señora decir que habían puesto carteles. Pensé que era un chiste, hasta que vi lo que decían (‘Abajo Fidel”, “Abajo la Revolución’”. O sea, nadie chivateó a los autores. Horas después unos esbirros las borraron.
El 19 de junio (2025) en Isla de Pinos (me niego a escribir “Isla de la Juventud”) aparecieron pancartas colocadas en muros y esquinas transitadas, con el texto de “Abajo el comunismo”, “Díaz-Canel singao”, y otras.
En Holguín, días atrás, en el muro que rodea al cementerio aparecieron nada menos que 20 consignas, entre ellas “Abajo la dictadura”, “Patria y vida”, “Libertad para el pueblo”. En Artemisa con frecuencia se lee en las calles: “Patria y Vida”, y “Cambio de Sistema”. En el reparto San Agustín, en La Habana, aparecieron “Patria y Vida” y “Abajo la Dictadura”. Y así en toda isla ocurre lo mismo, constantemente.
Un detalle a tener en cuenta, los esbirros del MININT se apresuran a borrar esas pintadas, que sí son en verdad revolucionarias, pero lo hacen cuando la gente ya tomó fotos que luego corren como pólvora por las redes sociales.
Por algo el MININT quiere reclutar más chivatos, y bien pagados
Por lo demás, el temor que va creciendo en la cúpula dictatorial se expresa de varias formas. Un ejemplo, en caliente, es que el MININT acaba de lanzar un plan proselitista a nivel nacional. Ofrece 5,000 pesos mensuales (cantidad superior a un salario mensual promedio) a quienes acepten ser “oficiales operativos”, es decir, chivatos de la dictadura.
Nunca antes se vio algo así. Ni Batista lo hizo tan descaradamente y pagando tanto. Se dice que pagaba solo 33 pesos a cada chivato, en secreto. Pero de nada servía el sigilo, pues siempre se sabía quiénes eran las “trompetas”. Recuerdo que cuando alguno de aquellos chivatones se acercaba decíamos bien bajito: “caballeros vamos a hablar de pelota que por ahí viene…” (el susodicho)
El nuevo plan de captación de chivatones “a lo descarao” es una expresión de que aumenta el temor de la oligarquía totalitaria. Y más ahora con el pico del crudo verano cubano y la imposibilidad gubernamental de poner fin a los largos apagones medievales.
Con tal coyuntura es de esperar que aumentar la presión popular contra la dictadura, y una de ellas es la de incrementar las pintadas de consignas contra el régimen, sobre todo aprovechando los apagones. Cada pintada niega el discurso oficial del “apoyo del pueblo a la revolución”.
En fin, mientras más pintadas haya, más nerviosos se pondrán los abusadores que hambrean a los cubanos.
Roberto Alvarez Quiñones
22 de junio, 2025
